Por desgracia, este hecho no pasa de ser una mera curiosidad, sin mucha repercusión práctica en el estudio del idioma, lo cual fuerza a utilizar la memoria en vez de la lógica a la hora de estudiarlos, sin tener en cuenta que lo que se aprende de forma lógica, una vez memorizado, ya no se olvida.
Tal es la pretensión de este libro que presenta al lector más de 3.500 caracteres chinos, con datos sobre su etimología, su evolución o, en su caso, una hipótesis racional (en el campo didáctico) para saber cómo han llegado a la forma actual.